Resulta que para Reyes mi hermana (que era el amigo invisible de mi madre), nos encargó una cámara de fotos igual a la que unos días antes habíamos comprado a unos amigos, una Nikon Coolpix L10, así es que fuimos Rafa y yo a comprarla. El dependiente que nos atendió en el Saturn de el H2Ocio de Rivas era un poquito peculiar la verdad, estaba tirado en la silla y tardó como 4 minutos en cobrarnos la cámara y la tarjeta de memoria, pero bueno, a lo mejor es que era así de tranquilo.
Como ya la habíamos visto anteriormente, compramos la cámara y ni siquiera abrimos la caja, mal hecho por nuestra parte.
La envolvimos y la dejamos lista para llevarla a casa de mi madre el día de Reyes.
El día de Reyes comenzamos a repartir los regalos de mayor a menor, llegó el turno de mi madre, y cuál fue la sorpresa cuando la pobre vació toda la caja y la cámara no estaba dentro.
Mi hermana y yo corriendo le preguntamos "¿Te gusta mamá?, ¿a que es chula?" total, que mi madre no se lo podía creer, y no me extraña, porque resulta que la caja venía con todo excepto con la cámara. La pobre contestó "¿cómo me va a gustar? si no hay nada".
Finalmente dedujimos que era la cámara de exposición, porque nos dimos cuenta de que no tenía el precinto.
Al día siguiente mi hermana fue a cambiarla y le dijeron que efectivamente era la de exposición que si no se había fijado en el punto azul que tenía pegada la caja.
Mi hermana comentó lo de la desidia del cajero, que era él el que se tenía que haber encargado de mirar el punto azul no ella, que no sabe qué significa.
Finalmente, después de mucha negociación consiguió que le rebajaran la cámara 20 euros, porque era la última que quedaba, así es que fenomenal.
Moraleja: Fijaros siempre en el Saturn en el punto azul no vaya a ser que os gastéis una pasta en NADA.
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