La verdad es que en el tiempo que llevamos con el blog hemos hablado poco de Hugo y creo que es un buen momento para hacerlo.
Hugo llegó a nuestra casa hace más o menos 4 años. Como os podréis imaginar llegó siendo un adulto de casi 4 años, en ese mismo noviembre los cumplía.
Llegó a nuestra familia un mes después de que nuestra primera perra se nos perdiera y nunca más apareciese. Una familia de nuestra zona era la propietaria, pero por diversas causas su cuidado se les hizo imposible. Nos lo ofrecieron y aceptamos.
Hugo es un maravilloso regalo de Reyes, ya sabéis, el famoso juguete roto. La verdad es que no esperábamos un perro tan grande, porque no sabemos mucho de razas, y es que Hugo es un labrador Retriever de purísima raza y de una belleza perfecta.
Cuando Hugo llegó a la familia nos era imposible controlarle, sus tirones me llegaron a provocar un esguince de muñeca porque me estrelló contra una señal de tráfico. Hasta tal punto era indomable en la calle que a mí me daba pavor sacarle a pasear. Era como un cachorro de 40 kilos (el pobre está un poco entrado en carnes).
Lo primero que hicimos unos meses después de traerle a casa fue castrarle, esto solucionó un poco los problemas de comportamiento, sobre todo con las visitas. Pero no fue suficiente.
Al año siguiente decidimos ir a un curso de adiestramiento básico en el APAP de Alcalá de Henares, y ahí fue donde conseguimos que Hugo se convirtiera en el perro perfecto que es ahora. Educado, feliz y sobre todo dócil.
Aprendimos a pasearle, a motivarle para que estuviese atento a nuestros movimientos y a comprender mejor sus necesidades.
Allí descubrimos el Halti, que es un collar de control. Va colocado lo más bajo posible en el hocico del perro, aportando mayor facilidad para guiarlo y mejor control para el entrenamiento básico y todas las otras actividades, un paseo tranquilo hasta controlar a un perro revoltoso o peligroso frente a otros animales o personas...
Mientras está tranquilo el collar no le presiona ni le daña, pero si tira, la argolla hace que se cierre haciéndole girar la cabeza y frenándolo. No es doloroso como los famosos collares de castigo o estranguladores que tienen una eficacia bastante dudosa. Además es fácil de poner y barato.
Si queréis ponérselo necesitaréis que lleve un collar normal y una correa de adiestramiento, que son unas correas que tienen dos ganchos, un gancho irá a la argolla del Halti y el otro irá a la argolla del collar, de tal forma que manejaréis perfectamente al perro.
Os lo recomiendo encarecidamente a los que tengáis problemas en la calle con vuestros perros.
El perro de la foto no es Hugo, pero como todos los perros de raza son iguales, he puesto ese labrador con las orejas para atrás que es un gesto que Hugo hace normalmente para poner cara de bueno.
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